viernes, 18 de julio de 2008

Perdidas Irreparables

Dicen que lo peor que puede pasar es la muerte, sin embargo, creo que hay cosas aun peores, como la incertidumbre de no saber donde esta un ser querido. Cuando muere un ser querido, el tiempo nos trae resignación, cuando no sabemos donde esta alguien que amamos la herida permanece abierta todo el tiempo.

Yo contaba los días que faltaban para el parto con impaciencia y le preguntaba a mi mama si tenía alguna noticia. Para un niño los días son más lentos y cada hora nos parece un siglo, sabemos cuantos días faltan para el día del niño, para nuestro cumpleaños o para ir al parque el domingo, sin embargo, era desesperante no saber exactamente cuantos días faltaban para que naciera lo que hasta entonces era el ser más esperado de mi vida.

Cuando por fin me dieron la noticia quería ir de inmediato a la casa de mi tía Lidia, porque lo quería conocer, fue un parto múltiple y 5 nuevos seres habían llegado al mundo, pero a mi solo me interesaba uno, por lo que cuando me dijeron que dos habían muerto no me preocupó en absoluto.

Desde que lo vi sabía que era mío y de inmediato lo bautice con el nombre de “Bombero”, “Bombi” de cariño. Era un maltes precioso de color blanco con un manchon negro en el lomo y otro en la mitad de la cara abarcándole una oreja, la cara era chatisima y era mi primer mascota, la cual, mi tía me había prometido desde que me dijo que la perra estaba cargada.

Sin embargo, tuve que esperar todavía como un mes hasta que “Bombi” ya no se alimentara de su mama para poder llevármelo a casa, pero eso no impedía que lo fuera a visitar por lo menos cada semana y jugar con el, aunque me preocupaba mi primo Toñito que a sus 9 años era hombre de negocios, y ya estaba en avanzadas negociaciones con varios interesados que ofrecían jugosas cantidades de dinero por “Bombi”. Trató de convencerme que era lo mejor y que la “Chiquis” (mama de “Bombi”) después tendría más cachorros, así compartiría conmigo la mitad de la ganancia y posteriormente recuperaría mi perro. Quizás era la mayor cantidad de dinero que a mis 7 años jamás hubiera podido tener, pero para mí, “Bombi” no tenía precio, era como parte de mi familia y no estaba dispuesto a cambiarlo por ninguna cantidad de dinero.

Me dijeron que era tonto y que no sabía hacer negocios, pero yo para que querría dinero, ni siquiera sabría que hacer con el, lo más seguro es que alguien me lo “guardara” o en el peor de los casos, me compraran algo de ropa o zapatos.

Defendí a mi mascota de todas las maneras posibles, incluso, le comente a mi tía las intenciones de Toñito. Cuando me lo entregaron fue uno de los días más dichosos que recuerdo de mi niñez. Mi primera mascota, mi Bombi. Yo pensé que siempre íbamos a estar juntos hasta que un auto lo atropellara o muriera envenenado como mis mascotas posteriores.

Todos los días llegando de la escuela jugaba con mi perro, me encargaba de bañarlo, darle de comer y de vez en cuando limpiar sus “desechos”, tarea que normalmente hacía mi papa mientras renegaba a los cuatro vientos y me regañaba el resto del día por no atender mis obligaciones, así es que lo tome como parte de una rutina y penurias que debe pasara un niño por tener mascota.


A todo mundo le gustaba Bombi, por lo que no permita que estuviera solo en la calle por temor a que me lo robaran, pero un día al salir de la escuela mis padres me dieron una mala noticia; Bombi se perdió, mi corazón dio un vuelco ¿Cómo era posible? La explicación fue que mi Papa salio a barrer la calle y el perro salió a jugar, después mi papa termino la labor y cuando entró a la casa se le olvido que el perro estaba en la calle y cerro la puerta. ¡Que conveniente!, pensé. Cuando llegue a la casa busque por muchas calles, toque la puerta de los vecinos pero el perro no apareció. Fue la primera vez que perdí algo importante en mi vida, llore muchos días y me deprimí aunque nunca deje de buscarlo. Después tuve otros perros y aunque también los quería siempre regresaba el recuerdo y la nostalgia por Bombi.

Pasaron varios años y muchas veces lo soñaba, otras veces tomaba la bicicleta y recorría toda la colonia con la esperanza de encontrarlo. Donde quiera que veía un perro que se pareciera corría a verlo pero nunca era el.

Un día muy temprano iba caminando a la secundaria y a una calle de mi casa vi un grupo de perros en el que uno de ellos se parecía a Bombi. Tuve un presentimiento y mi pulso se acelero. Corrí hasta donde estaba y no cabía duda ¡Era mi perro!, no podía ser otro, sus manchas y su cara eran idénticas, el al parecer también me reconoció porque fue hacia mí y se dejo atrapar.

Lo cargue y lo lleve a la casa. Mi mama se sorprendió mucho y le pedí que no lo dejara salir, mientras yo tenía que correr a la escuela.

El día se me hizo eterno y a la salida me apresure a llegar a casa. Al perro le dio gusto verme, pero se quería ir a su casa. En cuanto alguien abría la puerta de la calle el trataba de escapar y eso me molestaba. Los dueños actuales fueron a la casa a pedirlo y les dije que ellos me lo habían robado, incluso le pusieron de nombre” Boby”. Reconocieron que si habían encontrado al perro varios años atrás pero que no lo devolvieron porque no sabían de quien era. Los niños se fueron llorando, pero no lo reclamaron más.

Los siguientes días Bombi estuvo triste y no quería comer, mi mama me dijo que respetaba mi decisión, pero el perro estaba sufriendo. Lo abrace por ultima vez, le abrí la puerta y le dije que se fuera. El perro salio corriendo hacia su casa. Fue la última vez que lo vi y aunque estuve llorando ese día, la herida sano y no lo volví a extrañar más. Los demonios se habían ido y pude estar en paz.

Después me dijo mi mama que la fue a visitar la señora y que sus hijos estaban agradecidos de que devolviera al perro y que podía visitarlo cuando quisiera. Como si me interesara ver un perro que ya no me quiere. No gracias.

REFLEXION

Un niño es autentico en sus sentimientos y no acepta cariños a medias. ¿En que momento dejamos de hacer eso?